TÁMARA

Sobre modernidades en la ciudad, me informan otros blogs, el periódico, mi facebook personal...  Pero sobre sitios de toda la vida fantásticos, tengo mi asesora personal e infalible: la mamma. 

No falla, es implacable y como diga que algo es bueno, es que es extraordinario. Hablando un poco del fenómeno foodie (porque ahora me dice que soy "la foodie", palabra que habréis notado que no he usado nunca, porque odio) que vive el mundo en general y nuestro país en particular, y coincidiendo con una mala experiencia que tuvo el fin de semana (no recomendada por su hija, por supuesto) me dijo algo así como que había mucha tontería y que me invitaría a comer a un sitio "de verdad". Me habló de la tortilla de patata y poco más. Sobre la teoría de que hay mucha tontería en el sector culinario, tengo preparada alguna reflexión que compartiré pronto, por cierto.

Por cierto el sitio se llamaba Támara. Llegó el día, y a la hora reservada llegamos al Paseo de la Habana 107.

El sitio se ve que es tradicional, mi madre dice que igualito que el primero que hubo por Avenida de América.

La tortilla era lo único que teníamos claro que iba a estar en la comanda, y avisamos con antelación al hacer la reserva (creo que es conveniente hacerlo). Mi madre pidió también una menestra de verduras, para compartir (muy de madre la cosa, porque a mi no se me hubiera ocurrido nunca, no soy muy de menestras... pero bueno si ella lo decía....) y después ella pidió merluza y yo lechazo escabechado (había leído que los escabeches eran muy buenos...). Llegué a bastantes conclusiones, pero antes dejamos como pudimos, sitio para el postre... Panna cotta, una para las dos. 

Os muestro algunas fotos y luego os cuento las conclusiones:

Sublime. Ni  más, ni menos.  La tortilla de patatas es la mejor que he probado nunca. Podría tirarme una hora intentándoos explicar el valor de esa tortilla, pero no podría alcanzar la precisión y maravilla de la realidad. 

El resto de platos deliciosos, no me gusta la menestra, desde pequeña tengo fobia a los guisantes, los probé en Can Roca con el estofado que pedí (y me daba vergüenza dejarlos en el plato) y esta es la segunda vez en mi vida que los tomo y los comí con gusto. No es mi plato favorito, pero para los amantes de este tipo de platos y productos, es único. 

Mi lechazo escabechado, un descubrimiento, riquísimo y fresco. No había tomado carne escabechada antes y sin duda alguna, es algo que voy a tener en cuenta a partir de ahora. 

Y el postre... La panna cotta, como todos sabemos tiene origen italiano, por lo que aunque en un buen restaurante normalmente todo suele estar muy bueno, a mi me llamó muchísimo la atención que incluyeran éste en una carta tan tradicional española, por lo que obvié el flan de queso que estaba llamando poderosamente mi atención y pedimos la panna cotta. (Es importante decir, que los platos anteriores nos habían imposibilitado tomar dos postres).

Que delicia. Que textura, que sabor... Queda muy Master chef lo de la textura, pero es verdad. Tiene esa consistencia temblorosa, pero se te deshace en la boca... Mmmmmmmm. También la mejor que he probado jamás (mejor que en muchísimos italianos que presumen de ella).

La otra conclusión a la que he llegado es que por favor, no perdamos nuestra esencia. Está bien innovar, mejorar, crecer, pero no perdamos la tradición. España es un país tremendamente ligado a la gastronomía, y tenemos una de las mejores del mundo (para mi la mejor). De Norte a Sur contamos con productos únicos, de gran calidad y sabor. 

Esta bien acudir a un sitio de moda, de esos que molan tanto para ver como para ser vistos, pero no dejemos de lado lo auténtico, porque estaremos dejando de lado a nuestro propio ADN. Acudan a cocinas con buen producto, con un trato hacia el mismo con el respeto que merece. Cocinas donde además de carne, legumbres o pescados hay amor y pasión por un oficio, duro, que nos hace felices a los que estamos sentados en la mesa. 

Buen ejemplo de ello es TÁMARA, sabor, saber hacer, producto y calidad desde el primer bocado.

¡Déjate sorprender por la tradición!

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Besitos,

       Cris.